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Vigilia Pascual ciclo a

Sagrada Escritura
Gen 1,1-31; 2,1-1
Ex 14,15-15,1
Is 54,5-14
Rom 6,3-11
Mt 28, 1-10
1.       Nexo entre las lecturas

            Esta noche canta las maravillas que el Señor ha realizado con su pueblo. Es una noche de vigilia en la que se recorren, guiados por la Sagrada Escritura, los grandes episodios de la historia de la salvación hasta llegar al punto culminante de la Resurrección del Señor. En su forma más completa consta de siete lecturas tomadas del Antiguo Testamento: la creación, el sacrificio de Isaac y la fe de Abrahán, el paso del mar Rojo, el amor de Dios cantado por los profetas, los anuncios de la alianza de Dios con su pueblo, el retorno del exilio… Una importancia especial reviste la tercera lectura tomada del libro del Éxodo que narra el paso del mar Rojo (3L) y la liberación del pueblo de Israel. Este texto prefigura el bautismo, en cuyas aguas queda sumergido el hombre viejo y nace el hombre nuevo creado en Cristo (Epístola). En el bautismo el hombre se incorpora a Cristo, queda injertado en Cristo.  El texto de la cuarta lectura, tomada del profeta Isaías, es una síntesis admirable del gran amor de Dios por el hombre: “Con misericordia eterna te amo”. La imagen del amor esponsal es una prefiguración del amor de Cristo esposo por su esposa que es la Iglesia. Todo este plan de salvación encuentra su máxima expresión y su culminación en la Resurrección del Señor.  Realmente es una noche dichosa en la que se nos invita a “alegrarnos y a no tener miedo” porque Cristo ha vencido las tinieblas de la muerte y el pecado.

2.       Mensaje doctrinal

a.        Vigilia

Esta noche la Iglesia, en compañía de María, vela y espera la manifestación de Dios y de su misericordia. Es una noche para velar en actitud contemplativa. Se trata de revivir, en la solemne liturgia de la Vigila Pascual, las diversas etapas de la historia de la salvación y descubrir cómo las promesas del Señor llegan a su feliz cumplimiento en la Resurrección de Cristo el Señor. El designio de Dios se va cumpliendo, incluso en aquellos momentos en los que parecía que todo estaba perdido, como fue el momento del paso del mar Rojo o el momento en el que a Abrahán se le pide el sacrificio de su único hijo Isaac, o cuando la vuelta del exilio después de un dilatado período de prueba. En todos estos acontecimientos, la Iglesia descubre que Dios es fiel a la alianza prometida. En última instancia la Iglesia medita la historia de la salvación como la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte y el pecado. “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”. Aquellos que yacían sin esperanza han sido rescatados por el misterio pascual de Cristo. El pregón pascual canta con emoción: “Esta es la noche en que rotas las cadenas de la muerte Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!”.

Los primeros cristianos llamaron vigilias a las noches que precedían a las grandes solemnidades  de la Iglesia. Las pasaban orando, disponiéndose para acoger mejor la celebración que estaba por vivirse. Nosotros velamos con una ceremonia liturgia amplia y prolongada. Se trata de una ceremonia que discurre lentamente. Usamos este adverbio en su sentido positivo para señalar el tiempo necesario para que una cosa o un ser llegue a manifestarse en su plenitud. Lento es el abrirse de una flor, lento es el correr de las estrellas por el firmamento; lentamente se ganan los corazones de las personas; lento es el crecer de la persona humana hacia la madurez o la santidad. La Vigilia Pascual discurre lentamente, pausadamente,;no hay prisas, no hay ansiedad, no hay “inmediatismo” ansioso. Es una vigilia de carácter contemplativo. 

 

b. Los elementos de la Vigilia

  • Liturgia de la luz.

Es una vigilia nocturna. No tendría sentido hacerla a media tarde. Debe ser de noche porque la oscuridad juega un papel importante en la vigilia, o mejor el juego entre noche y luz. Allí donde todo era oscuro, Cristo con su alma y persona divina descendió a los infiernos. Los místicos han usado la imagen de la noche[1]:

Se inicia con la ceremonia del fuego nuevo, la luz nueva, la energía divina nueva, la viríditas, de que hablaba sobre todo santa Hildegarda de Bingen. Una vez encendido, el fuego se bendice.    

Nuestra mirada se dirige al cirio pascual, prefigurado en la columna de fuego que guiaba al pueblo de Israel por el desierto. Cristo, Dios de Dios, luz de luz, ilumina definitivamente el peregrinar del hombre sobre la tierra hasta el último día en que venga con poder y majestad a juzgar a vivos y muertos. Se trata de que, de día o de noche, no deje de avanzar hacia la tierra prometida. No hay, pues, situación humana alguna, por grave que sea, que no sea vencida por el misterio de la Resurrección de Cristo, luz de las naciones y salvación de los hombres.

  • Liturgia de la Palabra.

El pregón pascual o Exsultet es un canto de alabanza al Cirio que ilumina la noche, es decir, a Cristo que ilumina la oscuridad de la muerte y el pecado. Es un canto de gozo porque esta es la noche de nuestra salvación.  El Exsultet es uno de los más antiguos himnos de la tradición litúrgica romana de la Iglesia católica. Existen testimonios de su existencia desde fines del siglo IV. El Exsultet aparecía escrito sobre un largo rollo que llevaba el texto en un sentido y las imágenes en el sentido contrario, de modo que, mientras el diácono-cantor narraba el contenido e iba corriendo el pergamino del púlpito, los fieles pudiesen seguir la historia mirando las ilustraciones.

Graduación: ángeles, tierra, Iglesia. “¡Qué noche tan dichosa!” Imagen de la columna de nube y la columna de fuego para que los israelitas caminaran de día y de noche. Cristo camina: es mi nube que me indica, es mi fuego que me ilumina en la oscuridad. Ahora las lecturas serán como una panorámica de toda la economía de la salvación. 

  • Liturgia del Agua

El agua en la imagen del paso del mar Rojo es sepultura y renacimiento: muere el hombre viejo, nace el nuevo. En el bautismo por inmersión, los primeros cristianos daban espaldas al Occidente, bajaban las gradas de la piscina bautismal y se encaminaban hacia el Oriente, hacia la luz. Dejaban atrás las tinieblas e iban al encuentro de la luz con una vida nueva. El agua es, pues, imagen de fecundidad, porque sin agua no hay vida; el agua empapa, fecunda y hace germinar, como la Palabra de Dios; es imagen de alivio para la sed; es imagen de misericordia: banquete; es imagen de signo de la Nueva Alianza: torrente que por donde pasa da vida

  • Liturgia Eucarística.

c.   El bautismo

            La epístola de la Carta a los Romanos recapitula de algún modo la proclamación de las siete lecturas. Las diversas fases de la historia de la salvación encuentran su feliz cumplimiento en la incorporación a Cristo por el bautismo. En esta noche el cirio se sumerge por tres veces en el agua simbolizando cómo el Espíritu Santo desciende sobre esta agua para lavar al hombre de sus pecados e incorporarlo a una vida nueva en Cristo.  Quien ha sido bautizado, ha sido injertado en Cristo. Él está con-crucificado con Cristo, con-muere con él y es con-sepultado −como expresa san Pablo forzando el lenguaje−, para así también renacer a una nueva vida. La misma vida divina corre ya por la vida del cristiano. Ahora se trata de tomar conciencia de este inconmensurable don y llevarlo a la plenitud de una vida cristiana madura y auténtica. El ideal sería llegar a ser en sentido pleno: cristiano, es decir, un hombre, un ser humano en el que Cristo ha llegado a ser principio y fundamento de toda su existencia. El ideal es poder decir como san Pablo: “Vivo pero ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí”. Esto lo podremos realizar en la medida en que se desarrolle en nosotros la vida de gracia y la vida de las virtudes teologales.

3.  Sugerencias pastorales

a. La liturgia de la Vigilia pascual

            La liturgia de la Vigilia Pascual es seguramente un momento privilegiado en la vida de la Iglesia. En ella se actualiza el misterio central de nuestra fe: revelación del amor trinitario y la Encarnación, pasión, muerte y resurrección del Señor. En ella Dios se revela como amor infinito fiel a sus promesas. En ella todas las sombras de la vida se iluminan a la luz del cirio pascual.

            La vigilia de esta noche se ordena en tres momentos: primeramente, la liturgia de la luz con el fuerte simbolismo del lucernario, de la obscuridad, del cirio pascual, del incienso, de las velas de los fieles etc…  Dado este rico simbolismo que se hace presente en la liturgia, es conveniente que el rito sea muy visible y audible a todos los fieles, de forma que todos lo puedan seguir con interés y con una adecuada comprensión de los gestos y palabras.  ¡Cuántas personas adultas recuerdan con detalle y emoción profunda las liturgias de la luz vividas en infancia!

            En segundo lugar, viene la liturgia de la Palabra que expone los hechos maravillosos que Dios ha obrado en favor de su pueblo. La selección de buenos lectores y la preparación de un coro polifónico que interprete el salmo, son medios excelentes que favorecen la participación.

             A continuación, en la liturgia bautismal los catecúmenos reciben el sacramento y todos los fieles renuevan sus promesas bautismales. Ningún momento más oportuno que esta vigilia para recibir este sacramento o para renovar las promesas.  Finalmente, en la liturgia eucarística los que acaban de recibir el bautismo y todos los presentes son llamados a participar en la mesa del altar y a unirse al sacrificio de Cristo.

  1. Esta noche debe dejar grabado en el alma de los fieles el insondable amor de Cristo. “Con amor eterno te amé”. Es una noche misteriosa en la que se conjuga el dolor de la muerte y la alegría de la resurrección. Noche en la que se comprende mejor el misterio pascual como misterio de muerte y de resurrección. Noche en la que el cristiano toma conciencia de su situación en el mundo, de su misión, de su vocación, de su dignidad. Hoy el hombre se da cuenta de que ha sido salvado por el amor infinito de Dios, que ha sido incorporado a Cristo, que ya está salvado, pero que aún debe peregrinar por la vida.

[1] San Juan de la Cruz, Noche oscura. Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual. 

1. En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedeme, y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

 

 

P. Octavio Ortiz de Montellano, LC