VIERNES SANTO, C
LA CRUZ, ÁRBOL DE LA VIDA
INTRODUCCIÓN
Hoy es el día para mirar el «Árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la Salvación del mundo». Hoy es el día para reflexionar y comprender la grandeza de un amor que muere por mÍ, por mis pecados
PROPOSICIÓN
No te canses nunca de mirar el Árbol de la Cruz.
DESARROLLO:
Si Cristo murió por mis pecados. Por eso allí, en la cruz, hay algo de mi biografía, que debo conocer para descifrar el sentido de mi existencia.
- Sin el signo de la cruz, mi vida está sin norte y camina a ciegas
- Millones de personas no conocen la Cruz de Cristo, y por eso van a la deriva en sus vidas
- Personas que conocemos, cercanas, incluso familiares nuestros, para quienes la cruz es sólo algo de la tradición familiar o de la cultura donde han nacido.
- Y con dolor los vemos dando tumbos por la vida.
- Dios me ama y Jesús está en la cruz por mí.
- Sí, ¡por mí, por mí, por mí!
- Su amor no es un amor genérico, sino personal.
- Un amor intransferible. Si yo fuera el único habitante de este planeta, Jesucristo no me amaría más de lo que ya me ama.
- En la cruz se manifiesta lo más bello del hombre
- Ella nos dice que ahí donde se ha concentrado toda la fealdad del mundo, aparece la hermosura vestida de inocencia.
- Por eso, contemplando la cruz, puedo comprenderme a mí mismo: culpable y redimido, pecador e hijo amado.
CONCLUSIÓN
Por su muerte nos ha venido la vida. Por tanto, «mirad el Árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo».
Y pidámosle a Dios que nunca nos habituemos a ver con superficialidad el Crucifijo.
P. Agustín De La Vega, LC