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Homilía en esquema domingo XXVI (c)

EL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZARO

INTRODUCCIÓN
¡Cuántas veces en el seno de nuestra familia no hemos escuchado esa frase: «Ya ves, te lo dije, pero no quisiste hacerme caso»!

A menudo nos encontramos en situaciones en que desatendemos el buen consejo que otra persona nos ofrece. Y tal es la conclusión a la que se llega en la fascinante y dramática parábola que Jesús nos propone en el evangelio de hoy.

 

PROPOSICIÓN
Hagámosle caso a Dios

DESARROLLO:
En el dramatismo de esta parábola, podemos subrayar tres elementos que nos deben llevar a hacerle caso a Dios.

  1. Es en el tiempo presente cuando debemos ganarnos la eternidad.
    1. El rico Epulón tuvo muchísimas oportunidades para aliviar la indigencia del pobre Lázaro.
    2. Hubiera bastado un trozo de pan cada día.
    3. Pero los gozos mundanos nos llevan a perder de vista la verdadera razón por la que vivimos y el sentido de eternidad que han de tener nuestras obras
  2. Ambos murieron
    1. Nadie sale vivo de esta vida
    2. Es curioso como la parábola no nos dice nada de los méritos del pobre Lázaro para llegar al seno de Abrahán. Tan sólo su pobreza era el pase de entrada.
    3. El rico fue a parar al infierno.
      1. Por no atender los reclamos del prójimo
      2. Por ser insensible a las necesidades de los demás, cosa que con frecuencia nos suele suceder.
    4. La del rico, ya en la otra vida, es una súplica anhelante que no solo Abrahán, sino tampoco Dios todopoderoso puede atender.
      1. ¡Qué ironía! El rico desde el infierno solicita la ayuda de aquel a quien nunca atendió cuando ambos vivían en este mundo.
        1. «Que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua».
        2. Es él quien ahora pide una gota de agua, una migaja.
      2. Lázaro no puede, porque hay un abismo de por medio.
      3. Un abismo infranqueable. ¿De qué abismo se trata?
        1. El abismo eterno generado por la indiferencia
        2. La indiferencia es lo contrario del amor.
  • Dios solo puede actuar a través del amor. La indiferencia no puede franquearla
  1. La última petición desesperada
    1. Manda a Lázaro a visitar a mis hermanos, para que cambien de rumbo y no vengan a parar aquí.
    2. Y es contundente la respuesta: «Ahí tienen a Moisés y los profetas». Es decir: ahí tienen a mis enviados.
    3. Dios habla a los hombres a través de los hombres.

CONCLUSIÓN
¡Qué drama! Nos jugamos la vida eterna en la apuesta de nuestro modo de vivir en relación con el prójimo. No ignoremos sus necesidades, y sepamos escuchar la propuesta de salvación que Jesucristo nos ha hecho mediante su vida plasmada en los evangelios.

P. AGUSTÍN DE LA VEGA, LC