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Homilía en esquema XXIX domingo ordinario, c

INSISTENCIA EN LA ORACIÓN

 

INTRODUCCIÓN
Es muy común escuchar la queja de que “Dios no me escucha”. Y hoy el evangelio viene a desmentir tal afirmación. Si el juez injusto atiende los reclamos de la viuda, cuánto más Dios, nuestro Padre, atenderá y hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche.

La pregunta que surge es: ¿por qué se tiene la percepción de que Dios no nos escucha?

PROPOSICIÓN

Insiste a tiempo y a destiempo

DESARROLLO:
Para situarnos correctamente les cuento una historia:

“Érase una vez un niño que pidió al niño Jesús por Navidad una bicicleta. Acababa de nacer un hermanito y la familia no tenía muchos recursos, por lo cual la bicicleta no llegó, por más que él todas las noches al rezar le decía a Jesús que no se olvidara de la bicicleta.

Días después de Navidad, la mamá le preguntó si estaba enfadado con Jesús por no haber escuchado su petición. El niño extrañado por la pregunta de su madre le contestó con claridad.

“Jesús sí escuchó mi oración, lo que pasa es que me ha dicho que no”.

  1. Erróneamente pensamos que si no se cumple lo que pedimos es porque Dios no nos ha escuchado.
    1. Dios no es una máquina expendedora de refrescos, en la que depositas la moneda de la oración y enseguida te sale el producto.
    2. Dios tiene sus tiempos para cada uno de nosotros.
    3. Y nos da sus gracias a su tiempo.
  2. Dios siempre escucha
    1. Pero hemos de estar abiertos a que nos diga que no.
    2. En nuestra oración hemos de pedir que se hagan las cosas según su voluntad.
  3. Como Moisés, hemos de mantener en alto nuestros brazos, en alto nuestra oración.
    1. Quizá por eso no obtenemos los frutos que deseamos.
    2. Nos falta constancia y dedicación.
    3. Debemos proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo, como recomienda Pablo a Timoteo.

CONCLUSIÓN
Edúcate en la escuela de la oración y pídele a Dios la gracia de saber esperar, sin pretender manipular a Dios; antes al contrario, dale tiempo, para que él actúe cuando le plazca y no cuando nosotros queramos.

P. AGUSTÍN DE LA VEGA, LC