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Homilía IV domingo de pascua

(Jornada mundial de las vocaciones)

ESCUCHA LA VOZ DEL BUEN PASTOR

 

INTRODUCCIÓN
Es sorprendente constatar cómo cuando el pastor llama, las ovejas le obedecen y le siguen. Lo propio de la oveja es escuchar. “Ellas me escuchan”. Por eso la Iglesia ha establecido hoy, en el domingo del Buen Pastor, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Una iniciativa del Papa San Pablo VI, que continúa invitándonos a seguirlo, porque sus ovejas escuchan su voz.

 

PROPOSICIÓN
Escucha la voz del Pastor.

 

DESARROLLO
¿Por qué seguimos pasando por una sequía vocacional en la Iglesia? Sencillamente porque en esta dictadura del ruido, el ser humano −las ovejas de Cristo− han dejado de escuchar la voz de su pastor, para sumergirse en el océano de la algarabía, de la música estridente y del ruido sin contenido.

El evangelio de hoy nos da la pauta para recobrar la cordura en el seguimiento de Cristo, que no puede ser ni a distancia, ni superficial.

  1. “Mis ovejas escuchan mi voz”:
    1. Voz que encontramos en el Evangelio en particular, en el Sagrada Escritura en general
    2. Voz que habla en el silencio de la Eucaristía.
    3. Voz que resuena en el interior de una conciencia rectamente formada.
  2. “Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás”:
    1. Por lo general, un pastor vive y saca provecho de su rebaño: lana, leche, carne…
    2. En el caso de Cristo esto no es así. No nos protege para favorecerse, sino para que vivamos eternamente.
  3. “Me las ha dado mi Padre”:
    1. Importantísimo recuperar este sentido de pertenencia profunda a Dios
    2. Él es nuestro dueño; le pertenecemos y quiere que algunos de nosotros lleguemos a ser pastores con olor de oveja.
    3. El enemigo se ha empeñado en arrebatar las ovejas al buen Dios, generando todo tipo de ruidos para que no escuchen la voz del Pastor.
    4. Por eso llama, incluso grita, en el silencio del sagrario, en el silencio del alma, invitando a hombres y mujeres a seguirle de un modo más específico en el sacerdocio o en la vida consagrada.

 

CONCLUSIÓN
Escuchemos la voz de Dios. Estemos atentos a su llamada. Y sigámosle con generosidad en medio de los valles y cañadas por los que Él nos quiera guiar. Nada hay que temer, porque Él va con nosotros.

Sólo tienes que escuchar la voz del Pastor.

P. Agustín De La Vega, LC