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Homilía domingo 6 de febrero

V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO, C 

LANZARSE Y BOGAR MAR ADENTRO

INTRODUCCIÓN
En los acantilados del norte de Francia, un joven deportista juntaba huevos de aves marinas que anidaban en las hendiduras de escarpadas rocas. Por medio de una cuerda había descendido a un saliente inferior. Pero en el momento en que afirmaba el pie, la cuerda se le escapó. En un segundo se dio cuenta de la situación; lejos de todo socorro humano, se hallaba frente a la alternativa de morir de hambre o arrojarse al precipicio que estaba a sus pies. Miraba la cuerda que, como un péndulo de reloj, se acercaba y se alejaba de él una y otra vez, y con angustia comprobaba que cada oscilación acortaba la distancia. Rápido como un relámpago, le vino un pensamiento a la mente. «Esa cuerda es mi único medio de salvación y dentro de un momento estará demasiado lejos como para que pueda alcanzarla. ¡Ahora es o nunca!» Y de un salto se lanzó al vacío, agarró la cuerda y se salvó.

Lo mismo hizo Pedro cuando Cristo le pidió que se lanzara: «Boga mar adentro». No hay que tener miedo a dejar la orilla. Busquemos las aguas profundas de la vida espiritual y los resultados serán espléndidos. De esto trata la liturgia de hoy. 

PROPOSICIÓN
Lánzate, boga mar adentro. No tengas miedo de abandonar la seguridad de la orilla.

DESARROLLO
¡Cuántos proyectos quedan truncados por na dar el primer paso, por dejar pasar la oportunidad! Lo veíamos la semana pasada en los ciudadanos de Nazaret que dejaron su propósito para más tarde, con el resultado de un enfriamiento espiritual sin remedio.

  1. Llamados a colaborar con Dios en la salvación: ¿a quién enviaré?
    1. «Aquí estoy», responde Isaías
    2. «En tu nombre lanzaré las redes», responde Pedro
    3. Ambas actitudes son generosas y con una clara determinación
    4. Así hemos de responder a la propuesta de Dios
    5. No tener miedo a lanzarnos.
  1. Pero resulta que nos sentimos débiles
    1. Porque lo hemos intentado muchas veces, sin éxito
    2. O porque nos sentimos indignos: «Soy el menor de los apóstoles», dice san Pablo
    3. Incluso San Pedro: «Apártate de mí, que soy un hombre pecador».
  1. Pero no estamos solos
    1. Contamos siempre con la gracia de Dios
    2. «Por la gracia de Dios soy lo que soy»
    3. Respondamos a Dios para que su gracia no sea estéril en nosotros.

CONCLUSIÓN
No hay excusas si Dios nos invita a lanzarnos: contamos con su gracia. Por ello hemos de romper con el miedo que nos ata a la orilla. Hay que bogar mar adentro y lanzar las redes para la pesca, pues somos los pescadores del tercer milenio. Y miles de almas nos esperan, empezando por las que viven en nuestro hogar, los propios familiares y los compañeros de trabajo.

P. Agustín de La Vega, LC