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Homilía domingo 20 de febrero

VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO, C 

LA FUERZA DEL AMOR SOBRE LA FUERZA DEL ODIO

 

INTRODUCCIÓN

Vivimos en la era de los videojuegos. Y desgraciadamente el 85% de ellos se basan en la violencia: en eliminar al mayor número de contrincantes. Esa es la regla del juego. De esta manera las nuevas generaciones se alimentan de la emoción de haber eliminado al enemigo.

El mensaje de la liturgia de hoy nos quiere devolver los valores auténticos que debemos ejercer en la vida: bondad, perdón y misericordia. Esas son las verdaderas reglas del juego de la vida. En palabras de Jesús: «Amad a vuestros enemigos y haced el bien a quienes os persiguen».

 

PROPOSICIÓN
«Tratad a los demás como queréis que ellos os traten a vosotros».

DESARROLLO:

  1. David perdona la vida a Saúl
    1. Es bellísima la narración de la primera lectura, en donde emerge la grandeza de un corazón noble.
    2. ¡Qué fácil hubiera sido clavarle la lanza mientras dormía! Pero el triunfo fácil no existe
      1. Eliminar al enemigo no concede automáticamente la victoria
      2. Más aún, nos envilece
    3. David busca una victoria que dé gloria a Dios y no solamente que beneficie a su persona.
  2. «Amad a vuestros enemigos y haced el bien a quienes os odian»
    1. Parece una propuesta de locos
    2. Lo propio en la mentalidad del mundo es actuar de modo contrario. Pero esta es la fuerza revolucionaria del Evangelio: el amor al prójimo.
    3. Pregúntate: ¿Qué reglas rigen mis relaciones con los demás?
      1. ¿El odio y el rencor hacia quienes me hacen mal?
      2. ¿La crítica y la malquerencia hacia los que no piensan como yo?
  • O por el contrario ¿sé descubrir en los demás la bondad de un Dios que los ha creado y redimido?
  1. «Haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio»
    1. Esto es lo propio de almas grandes.
    2. Lo que nos toca en esta vida es imitar a Dios
      1. Y Él es misericordioso, lleno de bondad.
      2. Imitémosle, pues con la medida que utilicemos se nos medirá.

 

CONCLUSIÓN
En un mundo marcado por la violencia y el afán de dominio, respondamos con la fuerza del Evangelio: con el amor al prójimo. Para ello eduquemos nuestro corazón en la bondad, sin juzgar ni malinterpretar al prójimo.

Resultado de esto será no solo la paz entre las personas, sino sobre todo la paz profunda en nuestro corazón. Para esto, tratemos a los demás como queremos que ellos nos traten.

P. Agustín de La Vega, LC