Homilía IV domingo de Adviento
La alegría de una visita
INTRODUCCIÓN
Se suele decir que las visitas siempre traen alegría, antes o después: te alegras cuando llegan; o —que también puede darse—, cuando se van. La visita que hoy recordamos no solo causa alegría al inicio, sino que deja tras de sí una atmosfera de esperanza y de paz.
DESARROLLO
También tú estás llamado a ser portador de Jesucristo y dejar el olor del buen aroma de Cristo en todas tus visitas. Ese agradable olor del que hablaba san Pablo (cf. 2 Cor 2,15).
La visita de la Virgen a su prima santa Isabel es la última visita de Dios a su pueblo Israel antes del nacimiento del Verbo. En ella se condensa lo que debe ser la vida de todo seguidor de Jesucristo: impregnar todo ambiente del buen olor de Cristo.
- La visita de Dios en persona a la humanidad no fue una visita improvisada. Fue diseñada con todo detalle, como nos lo a anuncia el profeta Miqueas.
- Lugar: Belén de Efrata, una pequeña ciudad de Judá. Dios escoge lo pequeño, lo que no vale, para confundir a los sabios y entendidos.
- Significado: Belén significa “la casa del pan”. Y ahí va a nacer el que será pan de vida para el mundo entero.
- Un Dios que viene voluntariamente, por amor y con claro propósito.
- No es una visita forzada. Aquí estoy, como nos dice la carta a los Hebreos (cf. Hb 10,7).
- Él viene a hacer la voluntad del Padre.
- Para santificarnos a todos, como lo anuncia la carta a los Hebreos.
- Y así es la visita de la Virgen.
- Una visita voluntaria y con una disposición de totalidad. «María fue aprisa a la montaña» (Lc 1,39).
- Quien tiene a Cristo busca servir.
- Y en su servicio María lleva:
- alegría a su prima,
- gracia de santificación para Juan, que salta el en vientre de su madre
- Paz para toda la comarca.
- Vale la perna que te preguntes tu ahora:
- Cuando visito yo a alguien ¿qué aporto: qué dejo tras mi visita?
- ¿Se alegra la gente porque le voy a ver? ¿Desean que no me vaya?
- Y al final ¿se quedan con el buen sabor de que les he aportado algo?
CONCLUSIÓN
En los días de Navidad, sin duda, vamos a visitar a muchas personas, y otras tantas nos visitarán. ¿Qué voy a darles? ¿Sólo regalos y comida? ¿Lograrán percibir la paz de Cristo que se ha establecido den mi corazón?
No lo olvides: eres portador de Cristo, como María, y tienes que impregnar tu entorno con el buen olor de Cristo.
P. Agustín De La Vega, LC