Homilía domingo XVI tiempo ordinario (C)
Marta y María reciben en su casa a Jesús, el Señor
INTRODUCCIÓN
Desde pequeños siempre nos ha gustado escoger la mejor parte. En las fiestas, por ejemplo, llegada lo hora del pastel… buscábamos que nos dieran un buen trozo. Y esto es propio de la naturaleza humana, buscar la mejor parte: tomar los mejores asientos para un espectáculo, o el mejor lugar para descansar… escoger los mejores alimentos; incluso en los deportes escogemos al que creemos ser mejor tenista, o al mejor equipo… etc.
La pregunta es: si siempre buscamos la mejor parte en las cosas del mundo, ¿por qué no lo hacemos en la vida espiritual?
PROPOSICIÓN
Escuchar a Cristo es la mejor parte
DESARROLLO:
Este hecho real de la vida de Cristo nos enseña varias cosas
- Que cuando viene Jesús a nuestra casa no debemos dejarlo solo.
- Marta preparando todo para atenderle, en cierta forma lo desatiende ocupada en las múltiples tareas del servicio.
- Cuanta gente hoy en día dice tener a Jesús consigo pero no se detienen a escucharle.
- Es como tener al mejor jugador de equipo sentado en el banquillo de los reservas. Por no escucharlo.
- Que no debemos buscar que otros se sumen a la herejía del activismo:
- “Dile a mi hermana que me ayude”
- Lo importante no es tanto las cosas que hacemos por Dios, sino la dedicación que le ponemos al Dios de las cosas
- Que solo una cosa es importante:
- Servir a Dios, atender a Dios, (y en parte Marta lo está haciendo)
- Pero hay una mejor parte: Estar a os pies de Jesús y escucharle
- Es decir dedicarle tiempo de calidad a Nuestro Señor, y no las sobras que quedas tras el activismo
- ¿Somos seguidores de Cristo porque sabemos estar con Él? ¿Damos nuestro tiempo a los demás?
- Abraham lo hizo, y atendió a esos tres hombres, dándoles no solo agua y pan, sino un ternero
CONCLUSIÓN
Quien le dedica tiempo de calidad a Dios escuchándolo en la oración, le sobrará tiempo para servir a los demás y atender a las cosas del mundo.
Quien vive avocado a las cosas del mundo, nunca encontrará tiempo para las cosas de Dios, por más buenas intenciones que tenga.
Escuchar a Cristo es la mejor parte. Escógela.
P. AGUSTÍN DE LA VEGA, LC